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Entrevista a Raúl Gonzalo Arias Chancusi El último Tzántzico

Existe la leyenda de una tribu en Sudamérica donde decapitaban a sus enemigos y exhibían sus cabezas momificadas como trofeo. Pues no es mito ni leyenda, se trata de los aguerridos shuar, más conocidos como los jíbaros.

 

Ubicados en Ecuador, tierra de diversidad de tradiciones y dilatado patrimonio cultural, su tradición guerrera y la defensa de sus territorios es lo que caracteriza a los shuar.

 

Para la historia universal quedarán los jíbaros, el pueblo shuar, como la única tribu de indios americanos que haya logrado revelarse contra el imperio español y que haya frustrado los todos intentos de los españoles por reconquistarlos.

De él mismo, de su amplia trayectoria y del Movimiento Tzántzico Ecuatoriano surgido en Quito, Ecuador, nos viene a parlamentar el inefable poeta, periodista, escritor que a través de este movimiento contracultural y revolucionario, pugnó en los Años 60 por el cambio de una poesía costumbrista y acomodada a la poesía de conciencia libre y progresista.

 

Mi nombre es Raúl Arias. Nací en Quito, 1943. Me integré al grupo Tzántzicos en 1963, cuando estudiaba Periodismo en la Universidad Central del Ecuador. Participé en numerosos recitales con los miembros del grupo. Mi primer libro, Poesía en bicicleta, se publicó en 1975. Tengo cuatro libros más de poesía, uno de cuentos –Nuez del duende-, 2011; tres obras de teatro: Espejo, un zapador de la colonia americana, que obtuvo un premio de Radio Televisión Alemana, 1989; Luces y espejos en la oscuridad, 1990, y Picadas del viento, 2001.- Reportaje a treinta poetas ecuatorianos, antología para radio con las voces de sus autores, 1981; reedición, 2015. Responsable de la edición facsimilar de la Revista Pucuna (1962-1968), órgano de difusión de los tzántzicos, 2010. Publicación del libro TZÁNTZICOS…Poesía-1962-1968, selección de once poetas tzántzicos, 2018. Trabajé en el Departamento de Cultura de la Escuela Politécnica Nacional como gestor cultural veinte años. Me jubilé en el 2011.

Vivo con mi familia, por lo que el tiempo y un ambiente apropiado para escribir, son difíciles de conseguir. Escribo testimonios sobre la empresa renovadora de los tzántzicos, poemas y cuentos. Participo en lecturas de poesía, actúo eventualmente en barrios con los poemas: Guitarra de Nicolás Guillén, y Picadas del viento, monólogo teatral de mi autoría.

 

–Poéticamente hablando, querido Raúl, pregunta obligada, cuál es tu backgrounds, de dónde procede, desde cuándo tu afición, vocación por escribir y más concretamente por escribir poesía, qué referentes tienes si es que los tienes, si en tu familia hay o ha habido poetas, en tus círculos…    

 

––Comencé a escribir poemas y cuentos cuando fui estudiante del Colegio Nacional “Montúfar”: poemas de amor, y otros cuestionadores a ideas religiosas. Obtuve premios en concursos en esa institución educativa. Eso me incentivó en la afición por la literatura. Cuando ingresé a la Universidad Central del Ecuador (1963) conocí a los estudiantes que integraban el grupo Tzántzicos y habían publicado la revista Pucuna No. 1. Ellos eran Ulises Estrella, Marco Muñoz, Alfonso Murriagui, Luis Corral, entre otros.  Entonces me informé de poetas que desconocía: César Vallejo, Nicolás Guillén, Pablo Neruda, principalmente. Empecé a escribir para la revista de los tzántzicos. El primer poema que se publicó en Pucuna Nro. 3, se titulaba HOMBRE, de 1962. Otros poemas y cuentos se publicaron en Pucuna; y el texto titulado Hora, combinación de cuento y poesía, con personajes de la Avenida “24 de Mayo”, frecuentado por multitud de vendedores y lumpen proletariado. En mi familia no hubo poetas. Pero mi padre cultivaba música y tocaba acordeón, guitarra y violín. Intentó enseñarme guitarra, pero no prosperé. Es una frustración que vive conmigo.

 

–Raúl. Dime tres matices que te pueden influir en tu manera de escribir y sentir la poesía.

 

––Me influyen lucha social; la política ejercida por gente corrupta; soledad personal y social; utopías de libertad, sociedad más justa, liberación de la mente; belleza pura encontrada en los elementos naturales.

 

– ¿Cómo es tu proceso al escribir? ¿Cómo haces? ¿Qué cosas remueves hasta concretar un poema? Cuál es la arquitectura que haces prevalecer en el poema, cómo los construyes para que versos, ritmos, espacios en blanco se articulen.

 

––Creo que cada poema tiene su forma de engendrarse en la mente, donde se opera un proceso de crecimiento hasta que llega a nacer. En las palabras que han fluido configuradas en versos, encuentro una organización natural, con geometrías lógicas o ilógicas, siempre con presencias de belleza, sentido, intencionalidad. Los versos, ritmos, espacios en blanco que mencionas, se articulan con la conciencia de que estás creando algo nuevo, hasta llegar al pequeño o gran asombro: ¿Esto lo hice yo?, que en alguna parte señalaba Sartre.

 

– ¿Crees que la poesía tiende a simplificar lo complejo o por el contrario tiende a complicar las cosas sencillas? O dicho de otra manera ¿Qué aporta al mundo, a la sociedad, la poesía? ¿Qué cambio o que giro debería dar la poesía para que gane adeptos y que no sea considerada como mero ingrediente de gentes sensibleras y si, efectivamente, como dijo Celaya “La poesía es un arma cargada de futuro”?

 

––A la primera pregunta respondo que se dan las dos opciones: simplificar lo complejo o complicar lo sencillo. Es el proceso creativo el que funciona, conscientemente. La poesía aporta al mundo, a la sociedad, nuevos objetos que antes no existían. Ya entregada a la vida, espero que alguien la recoja, la añada o suprima en su conciencia. Lo que ha dicho Celaya, pues sí, la poesía es un arma cargada de futuro, porque es un presente, y vaticina el futuro que los poetas proyectan desde su imaginación y realidades concretas.

 

–Recientemente has presentado Poesía de los Tzántzicos ecuatorianos. He visto en algún rincón de Internet que hay otros cinco poemarios Tzántzicos, el tuyo, Raúl, ¿es el sexto?   

 

––En agosto 2018 salió a luz Tzántzicos…Poesía- 1962-1968, que es una Antología de once poetas tzántzicos, con creaciones del lapso indicado. He publicado: Poesía en bicicleta, 1975; Lechuzario, 1983; Cinemavida, 1995; Vuelos e inmersiones, 2000; Caracol en llamas, 2001; Pedal de viento, Antología personal, 2004.  El sexto libro Tzántzicos… Poesía, es una selección de poemas de once poetas tzántzicos, donde me incluyo, por cuanto pertenecí al grupo.

 

–Por cierto, entre los integrantes del Tzantzismo, hasta donde llega mi documentación, solamente aparece una mujer, ¿a qué se debe? 

 

––Si te refieres a Sonia Romo Verdesoto, es una poeta que publicó un solo poema, titulado ultimátum, en la revista Pucuna No.4. No se conocen otros poemas en Pucuna. Sonia Romo publicó por su cuenta el poemario titulado Ternura del aire, con ilustraciones del artista Guillermo Muriel, en 1963. La voz poética de Sonia se destaca con luz propia, inmersa en la realidad y en los sueños de liberación de la época. Ciertamente podría considerarse como “voz femenina del grupo tzántzicos”, pero su breve presencia en el grupo y en la revista no le configuran como integrante orgánica del grupo. Otras voces femeninas en la poesía ecuatoriana de la década de los 60 son Violeta Luna, Ana María Iza, Eliana Espinel, entre otras.

 

–Pero, quiénes son, o quiénes eran los Tzántzicos ecuatorianos. ¿Qué aportan o qué han aportado a la poesía?  ¿Quiénes son sus integrantes actuales?

 

––Hay que hablar en pasado. Los tzántzicos fuimos poetas y escritores que planteamos cambios revolucionarios en la literatura, frente al estancamiento cultural en la década de los 60. Hemos aportado a la poesía al no aceptar las normas establecidas por poetas mediocres, que escribían “alrededor del amor y terminaban en pulidos barquitos de papel, pilas de palabras insustanciales y obritas para obtener la sonrisa y el cocktail del Presidente”, como se señalaba en el Primer Manifiesto de los tzántzicos.

 

Del desaparecido grupo quedamos cuatro sobre-murientes: Luis Corral, Leandro Katz (argentino), Antonio Ordóñez (director y actor del Teatro Ensayo por 50 años), y yo. Son siete los poetas tzántzicos fallecidos.

– ¿Es el Tzantzismo, acaso, un movimiento de vanguardia literaria, de reivindicación social, posicionamiento poético o literario o llanamente un movimiento visceral, digamos insolente, con el objetivo de romper la inercia de una sociedad plana que tiende al conformismo y se aburguesa?

 

––El tzantzismo fue una vanguardia literaria que buscó el cambio social que la época exigía. Respondimos al compromiso del escritor que planteó Sartre, y más allá, estudiamos a Marx y pensábamos en la transformación del mundo capitalista hacia una sociedad socialista. Claro que rompimos el conformismo y la inercia de una sociedad plana y aburguesada, como señalas. Los tzántzicos contribuimos a crear la Asociación de Escritores Jóvenes del Ecuador, que en 1967 agrupó a 160 delegados del país en el IV Congreso. Buscábamos la integración cultural latinoamericana, combatimos la infiltración norteamericana en la cultura, las universidades y los intelectuales. En el Congreso mencionado fue elegido presidente Ulises Estrella, tzántzico.

 

––Con todo lo expuesto, podemos decir que somos testigos de una historia… una corriente literaria, que comenzó en los 60 y tú, querido Raúl, eres uno de los pocos testigos que quedan para contarlo.

 

––Sí, fuimos y somos testigos de cargo los que quedamos. Pero son millones de gentes de todo el mundo que piensan en cambios radicales en la sociedad. ¿No vemos en España, Francia, y tantos otros países que sufren las crueldades del subdesarrollo y luchan por arribar a sociedades nuevas? La historia no solo hay que contarla sino hacerla cotidianamente. 

 

–Por cierto, el nombre del grupo, Tzántzicos, ¿de dónde proviene, alguna significación especial?––Reproduzco lo que escribió Ulises Estrella, uno de los fundadores del grupo: Siguiendo la tendencia del “parricidio intelectual” que circulaba por América Latina, se nos ocurrió una denominación para impulsar el movimiento: TZÁNTZICOS, tomando el nombre del ritual de los indígenas Shuar del Alto Amazonas, quienes convertían las cabezas de sus enemigos en tzantzas, es decir cabezas reducidas, mediante secretos procesos culinarios, únicos de su cultura e identidad. El nombre era una provocación, un gesto iracundo para llamar la atención sobre la necesidad de cambiar el ambiente estático, esclerotizado, sumiso y dependiente que se vivía cultural y políticamente en el país. (Memoria incandescente, Ulises Estrella, 2003).

 

–A estas alturas de la entrevista, y en otro orden de cosas ¿qué aportan Internet y las nuevas tecnologías de la información y comunicación a la poesía y viceversa?

 

––Las nuevas tecnologías de la información y comunicación aportan a la poesía una notable facilidad para trasladar mensajes a distancias enormes. Vivimos la aldea global que anunciaba Mac Luhan y otros pensadores. La poesía aporta lo suyo: el compromiso de llegar a grandes masas de usuarios de internet, con la responsabilidad que tienen para transformar conciencias, y con ello, el mundo para hacerlo más habitable con el gozo y alegría de la palabra.

 

–Algunos poetas, incluso de cierta relevancia, aducen que “La poesía no sirve para nada, pero es indispensable”. Otros en cambio, sugieren, tal como lo desea la conocida poeta americana Sharon Olds, que el poema, la poesía en general, debe ser útil. ¿Por qué leer poesía, qué aporta, por qué es bueno leer poesía?

 

––Las citas que haces responden a dos posiciones y visiones diferentes acerca de la poesía. La primera cita no me dice mucho. Lo que ha dicho Sharon Olds, la poesía debe ser útil, es una visión que me convence y la participo. Creo que la poesía es una necesidad humana, la oportunidad de establecer con el lenguaje un vínculo con la sociedad y el universo. Leer poesía es un disfrute, y para Jorge Luis Borges era una forma de felicidad. Pero no se puede obligar a la gente a que sea feliz con poesía u otras lecturas. La lectura es un problema estructural de la educación.

 

–Por cierto, ¿cualquier poema es poesía?

 

––No encuentro mucha diferencia entre poema y poesía. Claro que decir cualquier poema, es como menospreciar un poema porque está mal hecho, y ahí no hay poesía. Hay poemas fallidos, entonces lo negamos como poesía.

 

–Por último, te pediría, para los lectores de nuestra revista De Sur a Sur, un poema, un fragmento o ambas cosas de algunas de tus obras.        

 

Pongo el poema La más buscada, escrito en el 2015 y leído en la Universidad Central de Bogotá en ese año.

 

La más buscada,

 

no tiene precio por inalcanzable;

 

no usa tacones altos

 

y anda en desequilibrio todo el tiempo.

 

 

 

De rostro amado

 

por tajos y cicatrices mal curados;

 

cuarteada de arriba abajo;

 

abusada en nuestra casa y en cada casa

 

donde la nombran miles de bocas extranjeras.

 

 

 

Zigzagueante,

 

perseguida por balas y misiles,

 

espiada en mares y en cielos del planeta;

 

deseada por todos,

 

menos por los rentistas de la muerte.

 

 

 

Dúctil y dulce fruta,

 

refrescante y huidiza,

 

ansiada por los ojos y las manos.

 

 

 

Apenas nació

 

fue violentada,

 

caricia rota

 

con un manotazo;

 

inofensiva

 

siempre ofendida;

 

indolora adolorida,

 

es la que buscamos:

 

la paz

 

en cuerpo y alma,

 

para abrazarla definitivamente hasta la vida.

 

 

 

PD

 

Querido Alonso:

 

 

 

Para mayor información, te envío la nómina de los poetas tzántzicos, que fueron once en total, de los cuales han fallecido 7. Por lo tanto, quedan 4.

 

 

 

1.- ALFONSO MURRIAGUI (Quito, 1929-2017)

 

2.- MARCO MUÑOZ (Quito, 1932-1991)

 

3.- EULER GRANDA (Riobamba, 1935-2018)

 

4.- LEANDRO KATZ (Buenos Aires, 1938)

 

5.- ULISES ESTRELLA (Quito, 1939-2014)

 

6.- LUIS CORRAL (Cuenca, 1940)

 

7.- HUMBERTO VINUEZA (Guayaquil, 1942-2018)

 

8.- RAFAEL LARREA (Quito, 1942-1995)

 

9.- RAÚL ARIAS (Quito, 1943)

 

10. ANTONIO ORDÓÑEZ (Quito, 1943)

 

11.- SIMÓN CORRAL (Quito, 1946-2003)

 

 

 

Abrazos,

 

 

 

Raúl

 

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