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Árbol sagrado. Poemas de Fanny Jem Wong (Callao, Lima, Perú)

Vientos de otoño

Cuando los vientos otoñales
soplen sobre los sueños
y las ideas vibren
en los planos más profundos,
más allá de lo vivido,
en la simplicidad de la muerte,
podré rehacer los cielos rotos
y las hojas amarillas.

Cuando mi alma flote,
más allá de mis huesos,
y mis muertes den origen
a nuevos nacimientos,
más allá de donde se inicia
la sinfonía de las esferas,
desnudaré todos mis rostros,
y finalmente seré libre...

Cuando los rojos soles
se oculten por siempre
y avancen todos los muros
sobre las noches que se hunden,
más allá de mis lechos de jade,
del musgo que vistió mis espejos,
lograré aceptar la fortuna
de haber sido la Hija del Fuego.

Cuando mi cuerpo
se consuma entre llamas
y de mis letras solo queden
lúgubres cenizas,
más allá de mis casas en ruinas,
del murmullo de las aguas,
renaceré salvaje
de entre mis flores mustias.

Árbol sagrado
A mi padre

Cobija amor bajo el influjo de la magia de tu reino
purpúreas penas y amargas soledades.
Abraza entre tus raíces mi mundo de cristales rojos
y bajo tu copa celestial, cúbreme de las tempestades.
Dale a este corazón los símbolos de tu fortaleza y de tu aliento.

Que tu tronco sea el eterno vínculo entre nuestras almas
Viste, con tus himnos sagrados de primavera, el campo santo
Cubre de oro y de sangre los cabellos de tu triste princesa
Borda de prisa el edredón de flores que le dé abrigo
Aleja los peligros y la funesta oscuridad que amenaza.

Acaricia, entre melancólicos susurros, el entendimiento
Y sea tu veneno y fuego procesión de espanta sombras
En cada piedra ordena, sea grabada una hoja con nuestros nombres
¡Guerrero! Levanta la espada en honor a la justicia
¡Protégeme!

Oculta las frambuesas que me alimentan con tus hojas amarillas
Y, bajo tu copa mullida, dame tranquilidad entre tus ramas
No pierdas jamás el grueso abrigo en invierno,
No dejes que me vean, cúbreme de encajes verdes
Sean tus tiernos brotes inspiración sabia de estas manos

Aleja, con tu aroma, a los demonios, serpientes y vacíos
Limpia, con la sabiduría de tus cantos, los estanques de fango
Neutraliza el olor de azufre que enferma el alma y la mente
Sé fuente eterna, sabio protector y espejo de mis letras
Mística plegaria, oración divina, cazador de demonios

Multiplica, entre tus bosques, fuentes de aguas límpidas
Enriquece las crecientes flores de loto. ¡Multiplícalas!
Revela, en cada escritura que inspiras, todas mis estaciones
Y, cuando la comprensión se aleje,
déjame dormir para siempre a los pies de tu sombra.

Te amo, papá.

Muchos pozos oscuros encontraré en el camino,
pero a cada paso que mis pies avancen estos se secarán.
 ¡Así sea!


Danza del Sexo

¡Despierta!
Eres vida y color, pasión avasalladora
Entre flores, conquista la senda majestuosa y los sueños
Adorna, corola y pistilo  
¡Inúndame!
Despoja centímetro a centímetro la roja piel
Siente el intenso palpitar del universo
Húmeda ráfaga devora desesperados besos
Cópula festiva muerde los redondos soles rosados
Celeste expresión del cosmos
¡Saborea!
Éxtasis brotando de los valles   en salvaje entrega
Tortura, fricción perpetua del deseo
Cirio encendido, recorre planicies y montes sudorosos
¡Quémame!
Cabalga voz hecha mañana
Ardiente jade observa los manantiales lujuriosos
Salvaje oleaje traga   abrazos de lenguas
Tornado en llamas toca los labios de dulce menta
¡Suicídate!
Pinta totalidad del cuerpo que es quejido
Lujuriosa piel, ataca fragancia fresca, inquietos labios
Sales y miel avanzad implacables ¡No te detengas!
¡Sigue! ¡Sigue!
Retrocede antes del azote esplendoroso
¡Átame!
Eleva espuma, lujurioso azul ¡Agótame!
Enreda una y otra vez, inunda los canales
¡Demuele!   
Hondas grutas de auroras
¡Rómpelos!
Socava    llanto lascivo
Exaltado ¡Penetradme! Golpe tras golpe, danza del sexo.

¡Levántate Lázaro!

Tu voz ya no es ausencia,
ni tu rostro amorfo grito,
eres el eje desquiciado  
de los torrentes de mi centro.

Vuelen locas las blancas aspas
apuntando hacia el cielo
y sean tus fuertes manos
las que desgarren la piel
de mis últimos trajes de niña.

Compláceme una y otra vez,
haciendo ladrar
enfebrecido al tiempo,
convirtiendo el beso esperado
en ansias y deseos líquidos.

¡Liba!... ¡Liba!...  frenético la fruta
vaciándole la pulpa,
arrancándole de golpe las pieles,  
atravesándome   de amor
hasta que arda como ascua.

Sea tu lengua violenta espada  
en pozo profundo
entre coronas y espigas  
bañadas de mieles.
Conjura así los ancestrales vientos
y atado eternamente a la entraña
escucha el aullido vigoroso
de nuestros mares de recuerdos.

En prolongado vaivén
recorre enceguecido el vientre azul,
desángrate en la penumbra,
escala la hiedra silenciosa,
trágate la azulada nuez
e incrústate en la palpitante herida.

Enredado entre las ramas
de tus bosques de almendros,
sé al fin   dueño y esclavo  
del sendero, de la grama
y de la blanca aurora.

Deslizándote entre rasos calientes
y húmedas almohadas.
¡Levántate   Lázaro!
No decaigas en la vereda.
¡Ven!  Ven a mí dispuesto,
que la muerte está gritando
avergonzada de salida.

En delicioso frenesí,
mójate la cara,
lávate el cabello,
colmate la boca,
ahógate sin despegar el rostro
de la húmeda hendidura.
Y bébete.... Bébete
hasta la última gota
antes que mi resplandor se extinga.



Fanny Jem Wong (Callao, Lima, Perú)
Docente en Universidad César Vallejo, Callao.
De mis manos brotarán amapolas rojas como la sangre, quizás así consiga que mis versos sean eternos. Mi poesía soy yo.

 

 

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