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Al final de la escalera, por Enrique Gracia Trinidad (España)

 

 

 

CUANDO NO TUVE NADA IMPORTANTE QUE HACER

 

 

 

Trabajé en muchos sitios imposibles,

 

en oficios absurdos y ridículos.

 

 

 

He sido porque sí:

 

Restaurador del cuarto menguante de la Luna,

 

crupier en una mesa en que jugaban

 

a la ruleta rusa o al simple desamparo,

 

conservador del horizonte

 

—eso siempre por horas y en las tardes nubosas—,

 

albacea del tiempo por venir,

 

conductor de un ilustre carromato de feria que perseguía la justicia,

 

distribuidor a domicilio de sensaciones imposibles,

 

pescador en un barco que se matriculó como patera,

 

sacerdote del dios desconocido que aún lo sigue siendo.

 

cocinero del hambre sin fogones ni plato ni cuchara,

 

monaguillo de alguna misa negra

 

que terminó en guateque deslucido,

 

ladrón de guante roto algunos viernes. Los sábados libraba.

 

 

 

Me desgané la vida como pude:

 

He vendido la droga de los sueños

 

a la puerta de alguna residencia de ancianos;

 

canté —muy mal, por cierto—en un mariachi turbulento y triste;

 

zurcí suicidios y pinté esperanza, la restauré después,

 

al cabo de los años, para que siga viéndose a lo lejos;

 

ecualicé los ruidos en un andén del metro

 

y el canto de los grillos en un solar de las afueras del silencio;

 

recogí los misterios de la vida

 

que abandonaban los adolescentes en las terrazas de los bares;

 

clasifiqué y almacené la risa, la ironía, la burla y el sarcasmo;

 

pregoné los poemas de la desolación.

 

 

 

Fui lo que nadie quiso ser, no me arrepiento.

 

Ahora que ha llegado la edad de jubilarme,

 

me niegan la pensión por inconstante.

 

 

 

Me ofreceré de voluntario en el Armagedón,

 

afinando trompetas,

 

o sacándole brillo a la guadaña.

 

 

 

(de "Al final de la escalera")

 

 

 

 

 

 

 

LA ÚLTIMA COPA

 

                    A Manuel Martínez-Carrasco

 

 

 

 

 

No entiendo que la última copa se ponga impertinente,

 

te lo juro, no entiendo.

 

Y qué voy a decirte a ti que sabes

 

de copas más que el jueves santo y seña,

 

pirata en Maracaibo,

 

marqués de la resaca,

 

lúcido personaje de novela más negra que mi alma,

 

perdulario truhan y bonachón,

 

dipsómano feliz.

 

La última copa siempre, al filo de la noche,

 

cuando el del bar nos dice que no sirve ya más,

 

que hay que marcharse,

 

cuando las penas nadan como nadie,

 

y el propósito era seguir la farra sin descanso

 

hasta que se borrasen los recuerdos

 

al menos unas horas.

 

 

 

La última copa se desborda y ríe,

 

y sospechamos que es por culpa nuestra.

 

 

 

"Señores, que cerramos".

 

Tendrá razón, pero maldita sea.

 

 

 

(de "Al final de la escalera")

 

 

 

 

 

 

 

LLEGA OTRA CARTA DE LA REINA INVITANDO

 

A UN RECITAL EN EL PALACIO DE ORIENTE

 

                    (En memoria de Concha Zardoya)

 

 

 

 

 

Hoy no acudí al Palacio.

 

Había un recital, dijeron versos,

 

pronunciaron discursos, se brindó

 

por el arte, la vida, la belleza...

 

Es posible que algunos fueran buenos

 

(hablo de versos y discursos, digo

 

de la intención de algunos, de la espalda

 

inclinada, el saludo, el besamanos).

 

 

 

No fui al Palacio, me quedé en mi casa.

 

 

 

Traje corto pedían a las damas,

 

traje oscuro debían de llevar

 

los caballeros —¿protocolo o luto?;

 

formalidad, carné, comedimiento,

 

circunspección, prudencia, disciplina.

 

Los salones egregios son tan serios...

 

 

 

Yo me quedé en mi casa

 

leyendo versos de Miguel Hernández.

 

Me tomé una aspirina

 

para el dolor del mundo y de los míos;

 

también de la cabeza, pero eso es lo de menos.

 

Hice planes contra la adversidad

 

en pantalón vaquero y camiseta.

 

 

 

No hubiera estado a tono en el Palacio.

 

(de "Al final de la escalera")

 

 

 

 

 

 

 

 

Enrique Gracia Trinidad (Madrid, 1950)

 

 

Escritor y divulgador cultural. Desde 1992 se dedica casi exclusivamente a la divulgación cultural (recitales de poesía, teatro de voz, conferencias, cursos, etc.). Organiza e imparte, en este sentido, diversos talleres literarios: El arte de escribir, la Tertulia Taller independiente en Madrid; Jirones de Azul en Sevilla, el Taller de Poesía de Rivas−Vaciamadrid; tres cursos en el Escorial Poesía: Escribir y Decir, etc.

 

 

Fue creador y coordinador de "Poetas en vivo", programa de lecturas poéticas desde 1996, año de su creación hasta 2009, en que Caja Madrid que lo patrocinaba dejó de hacerlo. Se celebraba en la Biblioteca Nacional Española, Madrid.

 

 

La obra poética de este autor ha sido traducida a diversos idiomas y ha conseguido varios premios en distintos concursos nacionales e internacionales.

 

 

En teatro ha creado y dirigido varios certámenes y algunos talleres.

 

 

En cuanto a su obra gráfica, son de destacar las viñetas de humor improvisadas “Historia secreta de Prometeo”. Ilustraciones en libros, revistas, viñetas en prensa, etc.

 

 

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