De regreso de sus correrías, Hyde se apoltronó delante del televisor con una enorme fuente de palomitas dispuesto a disfrutar de otra película de Torrente. Al rato se vio incomprensiblemente invadido por el aburrimiento, ansiando ir a la cama, adelgazando a cada paso que daba para ver sin sorpresas que el pijama al ponérselo no se desgarraba. Ya con las gafas, ahora necesarias, retomó la lectura de la historia que iniciara hacía varias noches; la de un “extraño caso” en el que, por algo, él, se veía reflejado pese a sentir que lo que horas antes sucediera no le concernía.
Escribir comentario