Sus cincuenta años le devolvían un rostro terso y suave, sin mácula ni acné. Linda, nunca se preocupó de su aspecto, había otras cosas importantes en las que pensar.
A sus amigas ya les iban apareciendo delatores surcos en la frente, en los labios, alrededor de los ojos…
Los cosméticos no parecían paliar el paso del tiempo.
Con envidia miraban a Linda. Pretendiendo aparentar pena por ella, proclamaban la belleza y sabiduría que otorgaban las arrugas.
Linda, obstinada en poseer arrugas sabias, rebuscó en mercados, perfumerías, boticas, hasta en Amazon. Fue imposible encontrar un cosmético que pudiera realzar las arrugas.
![](https://image.jimcdn.com/app/cms/image/transf/dimension=683x10000:format=jpg/path/s8e1b4e0972d222ee/image/i064ac086b6106436/version/1711744593/image.jpg)
Escribir comentario