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Doble acento para un naufragio, de la escritora cubana Yuleisy Cruz

El título, Doble acento para un naufragio, abre la poética del autor con fragancia de tormentas. El poeta se mueve como una quilla a través de la niebla del recuerdo. Sus versos son esbozos de la infancia cubana más deseada, sus estrofas desdibujan los impulsos de la juventud y en su dominante nota de madurez se construye la fragilidad de una época preciosa. En Doble acento para un naufragio, Yuleisy fusiona su protesta por reivindicar la luz vital de la vida cotidiana y la fabulación divina de recuperar la memoria indomable de su anhelo ancestral. Un viaje cuyos remos presagian significados de incesante alcance, un viaje marítimo que guía el alma vocativa, y con ella su elevación al cerúleo: «Creo que Dios me ha bendecido».

 

Su declamación gráfica y devota da testimonio de la constante invocación de su fe. Cruz Lezcano muestra la fragilidad del ser como refugio donde todos nos reconocemos; nos invita a navegar por las pérdidas esperanzadoras del retorno; por la fuga de la confesión que atormenta nuestra posibilidad de volver atrás; pero también por el suntuoso despliegue de presagios racionalizados a partir de nuestra realidad latente.

 

La analogía es el texto que encabeza y advierte al lector sobre el tono del libro, donde el autor destaca la retórica imperdonable de un «tempus fugit irreparable». Siguen secuencias que giran en torno a la naturaleza espiritual: “luces enrolladas”, “ofrece un amanecer”, “donde canta el grillo”.

 

Puedes ver en “Mais Além” jugosos retos para animar a tus compañeros. Si bien, en su voz lírica, la poeta revela también condiciones de resignación y naufragios pasionales, buena cuenta de ello lo ofrecen algunos versos de Omen: “Creo que yo también me enterraría/ y lloraría días y días”, ”'Si mueres antes que yo, / quedaría en la nada”, porque en la efusión anafórica del texto no se contempla una supervivencia solitaria. El escritor se inclina por el movimiento de la percepción, expresando la importancia de los sentidos, lo tangible, la exploración y expresión del cuerpo: “se me caen los ojos”, “cierré muchos ojos, muchas bocas”, “quién me abraza y yo abrazo”. ".

 

Al leer poemas como Livro Forgodo, estos cambios ofrecen una imagen poderosa e inesperada: “el mundo aborta su útero”, explora el poeta a través de versos reconstructivos, donde la sofisticación emana a través de un canal de personificación terrenal: “la marea yace”, una personificación que energiza la cúspide de la ficción poética. También resulta de un efecto inverso, la voz lírica se despoja de animación para pasar a un cálido simbolismo metafórico: “Me transformo en una manta suelta”'.

 

De ida y vuelta, es este poema el que remite a ciertos elementos de la poesía juanramoniana, cuyo campo léxico gira en torno a motivos simbólicos (pájaro, noche, flor, rocío, hierbas, riberas, piedra, viento, amanecer, frío, etc.), destaca la sencillez del verso libre con la rima intencionada en la conclusión silábica de algunos versos.

 

Sin más, pedimos la atención de un lector comprometido, pues son cincuenta poemas con el corazón abierto, cincuenta naves por las ingobernables arterias del ser humano; donde destaca la expansión y proeza rebelde de fatua rendición: “Ante el cielo de las caídas”; “donde regurgita el germen del anhelo como refugio intangible:” Ojalá mi padre, a mi lado, me dijera “¡todo pasa!”; donde se grita con aprensión por la fragilidad ajena: “Rumores de tripas, otro día migra/ en la palidez de la sangre”, así teje Yuleisy Cruz Lezcano, con el texto Los pobres, la jarcha de este poema humanizado. .. Porque con su voz lírica, frente a un mar insondable, pronuncia:

 

“Aprendo la ley del calor humano”

María Calle Bajo, Salamanca (España).

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